METAMORFOSIS
por Edgar Morin
Ya no basta con denunciar, hace falta enunciar. No basta con
recordar la urgencia, hay que comenzar a definir las vías que conducen a la Vía. ¿Hay razones para la
esperanza? Podemos formular cinco:
1. El surgimiento de lo improbable. La victoriosa
resistencia, en dos ocasiones, de la pequeña Atenas frente al poderío persa era
altamente improbable, pero permitió el nacimiento de la democracia y la
filosofía. También fue inesperado el frenazo de la ofensiva alemana ante Moscú,
en el otoño de 1941, e improbable la contraofensiva victoriosa de Zhúkov,
iniciada el 5 de diciembre, que vendría seguida, el 8, por el ataque de Pearl
Harbour y la entrada de Estados Unidos en la guerra.
2. Las virtudes generadoras-creadoras inherentes a la humanidad.
Al igual que en todo organismo humano adulto existen células madre dotadas de
aptitudes polivalentes (totipotentes) propias de las células embrionarias, pero
desactivadas, en todo ser humano, y en toda sociedad humana, existen virtudes
regeneradoras, generadoras y creadoras durmientes o inhibidas.
3. Las virtudes de la crisis. Al tiempo que las fuerzas
regresivas o desintegradoras, las generadoras y creadoras despiertan en la
crisis planetaria de la humanidad.
4. Las virtudes del peligro. "Allá donde crece el
peligro, crece también lo que nos salva". La dicha suprema es inseparable
del riesgo supremo.
5. La aspiración multimilenaria de la humanidad hacia la
armonía (paraíso, luego utopías, después ideologías
libertaria/socialista/comunista, más tarde aspiraciones y revueltas juveniles
de los años sesenta). Esta aspiración renace en el hervidero de iniciativas
múltiples y dispersas que podrán alimentar las vías reformadoras destinadas a
confluir en la vía nueva.
Las viejas generaciones están desengañadas de tantas falsas
esperanzas. A las jóvenes les entristece que no haya una causa común como la de
nuestra resistencia durante la
II Guerra Mundial. Pero nuestra causa llevaba en sí misma su
contrario. Como decía Vassili Grossman de Estalingrado, la mayor victoria de la
humanidad fue también su mayor derrota, puesto que el totalismo estalinista
salió victorioso de ella. Hoy, la causa es inequívoca, sublime: se trata de
salvar a la humanidad.
La verdadera esperanza sabe que no es certeza. Es una
esperanza no en el mejor de los mundos, sino en un mundo mejor. "El origen
está delante de nosotros", decía Heidegger. La metamorfosis sería,
efectivamente, un nuevo origen.
Edgar Morin es sociólogo y filósofo francés.
Traducción de José Luis Sánchez-Silva.