miércoles, 2 de diciembre de 2015

AMANECER en el SUR




METAMORFOSIS
por Edgar Morin

Ya no basta con denunciar, hace falta enunciar. No basta con recordar la urgencia, hay que comenzar a definir las vías que conducen a la Vía. ¿Hay razones para la esperanza? Podemos formular cinco:
1. El surgimiento de lo improbable. La victoriosa resistencia, en dos ocasiones, de la pequeña Atenas frente al poderío persa era altamente improbable, pero permitió el nacimiento de la democracia y la filosofía. También fue inesperado el frenazo de la ofensiva alemana ante Moscú, en el otoño de 1941, e improbable la contraofensiva victoriosa de Zhúkov, iniciada el 5 de diciembre, que vendría seguida, el 8, por el ataque de Pearl Harbour y la entrada de Estados Unidos en la guerra.
2. Las virtudes generadoras-creadoras inherentes a la humanidad. Al igual que en todo organismo humano adulto existen células madre dotadas de aptitudes polivalentes (totipotentes) propias de las células embrionarias, pero desactivadas, en todo ser humano, y en toda sociedad humana, existen virtudes regeneradoras, generadoras y creadoras durmientes o inhibidas.
3. Las virtudes de la crisis. Al tiempo que las fuerzas regresivas o desintegradoras, las generadoras y creadoras despiertan en la crisis planetaria de la humanidad.
4. Las virtudes del peligro. "Allá donde crece el peligro, crece también lo que nos salva". La dicha suprema es inseparable del riesgo supremo.
5. La aspiración multimilenaria de la humanidad hacia la armonía (paraíso, luego utopías, después ideologías libertaria/socialista/comunista, más tarde aspiraciones y revueltas juveniles de los años sesenta). Esta aspiración renace en el hervidero de iniciativas múltiples y dispersas que podrán alimentar las vías reformadoras destinadas a confluir en la vía nueva.
Las viejas generaciones están desengañadas de tantas falsas esperanzas. A las jóvenes les entristece que no haya una causa común como la de nuestra resistencia durante la II Guerra Mundial. Pero nuestra causa llevaba en sí misma su contrario. Como decía Vassili Grossman de Estalingrado, la mayor victoria de la humanidad fue también su mayor derrota, puesto que el totalismo estalinista salió victorioso de ella. Hoy, la causa es inequívoca, sublime: se trata de salvar a la humanidad.
La verdadera esperanza sabe que no es certeza. Es una esperanza no en el mejor de los mundos, sino en un mundo mejor. "El origen está delante de nosotros", decía Heidegger. La metamorfosis sería, efectivamente, un nuevo origen.

Edgar Morin es sociólogo y filósofo francés. Traducción de José Luis Sánchez-Silva.

martes, 26 de mayo de 2015

TURBULENCIAS


TURBULENCIAS - Por Miguel Grinberg


Millones de iniciativas potenciales.

Millones de ideas transformadoras.

Millones de posibilidades latentes.

Millones de creaciones irreversibles.

Millones de siembras reveladoras.

Todo eso y mucho más queda flotando en ninguna parte
porque no avanzamos hacia su expansiva consumación.

Pasamos el tiempo esperando que algún nuevo sol asome.
Aplicamos nuestras energías a bordar historias nostálgicas. 
Guardamos nuestra imaginación en el freezer de las utopías.

Entretanto, el festival de satrapías y corrupciones no cesa.
Las multitudes corren frenéticamente hacia cualquier abismo.
Las metrópolis se llenan de espectros balbuceantes y basura.
El aire y los grandes mares se vuelven cada hora más tóxicos.  

No atinamos a convertir nuestros mejores sueños en realidad.
No fundamos las opciones que sirvan para inspiración y sustento.
No confluimos en los espacios que han quedado disponibles.
No llenamos las esferas con signos proféticos y lúcidos emblemas.

En resumen: ya no es posible convivir con tanta mueca frustrada.
No hay modo de simular que no pasa todo lo que está pasando.
No tenemos justificativo para la pasividad y el ritual del desencanto.

La hora ha llegado: sepamos brillar y cultivar sin pausa las opciones.
Antes de que el planeta nos devore impasible con su lengua de fuego.
Y antes que las aguas avancen irrefrenables hacia las podridas torres.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Tiempo final/Tiempo inaugural

Refundación Espiritual de la Argentina


Los detalles están a la vista para quienes se dispongan a asumirlos. Estamos en medio de una cultura desvencijada, poblada por multitudes agónicas y --al mismo tiempo-- habitamos en ciudades en vías de desintegración. Prisioneros de "medidas de fuerza" persistentes que bloquean los servicios públicos, encarecen los alimentos y fomentan un estado de intolerancia colectiva. Sometidos a un bombardeo constante de trivialidades multipropaladas, los habitantes urbanos no atinan a hacer otra cosa que quejarse y maldecir a la clase política. En un círculo vicioso saturado de violencia, corrupción y parálisis social. Ese es un "tiempo final" irreversible.

Pero asimismo, en las grietas de la vida cotidiana, asoman brotes de imaginación y ánimo innovador. Se trata de grupos pequeños que en principio se abstienen de reproducir las falacias que agobian a la muchedumbre. No lo hacen con espectacularidad, sino que despliegan sus dones y sus poderes transformadores en escala compacta, fluida y serena. En medio de los crujidos de la estructura, realizan su tarea fundadora de un "tiempo inaugural" donde no se malgastan las energías comunitarias. Es un latido espontáneo y expansible.

Ambas realidades son como los diferentes programas de una transmisión por canales diferentes, unos aplicados al fracaso, otros enfocados en un ánimo pionero y generativo. Son planetas distintos del alma humana. Una simultaneidad donde la máxima evidencia surge en todos los momentos de cada día. Ya lo dijo Bob Dylan hace medio siglo: "Quien no se ocupa de nacer, se ocupa de morir".



domingo, 23 de septiembre de 2012

Un Mundo sin Hambre


Pulsar aquí  (documental fílmico)

PULSAR AQUI TAMBIEN (discurso crucial en Río+20)



Rio+20 debió conseguir un cambio de mentalidad. No podemos permitirnos ignorar durante más tiempo las interdependencias entre recursos naturales, medio ambiente, hambre y subnutrición. Una agricultura sostenible y unos sistemas alimentarios que hagan un uso eficiente de nuestros recursos naturales deben convertirse en la base de la economía del mañana. Y con suficiente voluntad política y visión, la agricultura puede ayudarnos a conseguir el futuro sostenible que queremos: un mundo sin hambre.






miércoles, 12 de septiembre de 2012

EL MUNDO QUE VIENE


“el mundo que viene –
somos la gente que estábamos esperando”


Tanto la crisis financiera internacional, como el cambio climático y la actual tragedia atómica en Japón, han creado un clima de angustia y desconcierto en todo nuestro planeta.

Más allá de los vaticinios apocalípticos y del regodeo de la prensa amarilla con las “malas noticias”, la humanidad está en condiciones de remontar las crisis de esta época mediante un retorno al uso de recursos que siempre dieron buenos resultados y que fueron puestos a un lado por las tentaciones de la Sociedad de Consumo y la Cultura del Derroche.

El nuevo “antiguo” camino individual y social que se abre ante nosotros resume principios materiales y espirituales. Por un lado, producir y consumir lo que genuinamente necesitamos para una vida satisfactoria. Por el otro, re-descubrir nuestro papel protagónico en la trayectoria evolutiva de nuestra especie.

Este desafío nos exige un grado de lucidez que no puede ni debe emanar de la ideología sino de un intenso y profundo compromiso existencial. Nos toca reinventar la vida humana en la Tierra. Por eso, somos la gente que estábamos esperando.

El mundo que viene será un mundo de auto-gestión, replanteo de la vida urbana, simplicidad voluntaria, frugalidad cotidiana, solidaridad comunitaria, responsabilidad ambiental, autonomía laboral y vida consciente fundada en disciplinas meditativas.

Un Nuevo Mundo y una Era Nueva ya están entre nosotros, los tripulantes de la Espacionave Tierra. Aquí y ahora. Nos toca construir el presente y el futuro con imaginación y ternura.

M. G.


domingo, 9 de septiembre de 2012

ADVENIMIENTO



Hubo hombres contemporáneos de la Primera Guerra Mundial (1914-18), entre ellos, el poeta místico irlandés William Butler Yeats (1865-1939), que en su poema La Segunda Venida (Second Coming, 1920)  denunciaba, angustiado, el panorama reinante: la anarquía que asolaba la tierra, la marejada de sangre que se alzaba en el horizonte, el ritual con que los verdugos laceraban la inocencia, en resumen, una clase distinta de individuos (los fascistas y los comunistas) que iban a quedarse con el mundo.

Dando vueltas y vueltas en la espiral creciente
ya no puede el halcón oír al halconero;
todo se desmorona; el centro cede;
la mera anarquía se abate sobre el mundo,
se suelta la marea de la sangre, y por doquier
es ahogado el ritual de la inocencia.;
Los mejores carecen de convicción, y los peores
están rebosantes de febril intensidad.


Ante semejante perspectiva, pesadas tinieblas llovían sobre su cabeza y sus pesadillas de guerras y desastres sólo eran vaticinios de cosas peores que revelaría, por medio de la poesía (ese lenguaje cifrado), al resto de la humanidad. Recordemos: fue testigo de la barbarie sectaria en su país, del salvajismo por razones de Estado, de etnia, de religión. Y vivía trastornado por los gyres, trágicas espirales irrefrenables que agitan la historia. Yeats falleció justo al comenzar la Segunda Guerra Mundial que desembocó en el espanto del Holocausto y de Hiroshima.

Su visión del colapso de Europa era inequívoca. No obstante, una estrella brillaba a veces en su cielo encapotado y en otro poema, Plegaria para la vejez, escribiría:


Dios me guarde de aquellos humanos pensamientos
que en la mente están solos;
aquel que canta una canción durable
la siente en lo más hondo.

De cuando a un viejo le convierte en sabio,
alabado por todos;
Ah, ¿quién soy yo que nunca pareciera,
por mi canción un loco?

Rezo – pues las palabras vacías ya se fueron
y la plegaria ha vuelto sólo-
para que pueda parecer, aún cuando viejo muera,
un hombre apasionado, loco.


Evoco estas postales poéticas porque los titulares actuales son también recurrentes relatos de caos y destrucción. Y dado que los grandes poetas son las antenas de sus sociedades y de su tiempo, imagino lo que Yeats escribiría tras recorrer las noticias que ofrece la Internet. Y lo primero que se me presenta es una imagen de advenimiento, libre de connotaciones bíblicas o devocionales. Simplemente como la venida o llegada de una época determinada o de un acontecimiento trascendental. Que podría ser un nuevo periodo histórico o el acaecer de algo o alguien muy importante. ¿Por qué? Porque estoy categóricamente convencido de que estamos atravesando un umbral, rumbo a algo irreversible.

¿Un apocalipsis? ¿Una conmoción 2012? Nada de eso. Algo más sutil, más definitivo.

En estas circunstancias hay solamente dos maneras de posicionarse: dejar que nos dominen sensaciones del tipo “fin del mundo” (con toda su caravana de datos horribles) o predisponerse a intuir detalles parciales del acontecimiento magno que se alberga entre los pliegues de la realidad actual (aunque no sean del todo nítidos).

Sabemos que estamos permanentemente sumergidos en una energía vital universal que abarca a todas las cosas y a todos los seres. Todas las células de nuestro cuerpo danzan acompañando el ritmo de sus melodías intangibles.

Todo advenimiento es un estado de transición, entre lo que uno deja de ser y lo que poco a poco va enhebrándose en su alma como un manto invisible. Una travesía permanente sin punto de partida y sin puerto de destino.

La meditación, que forma parte de nuestra tarea espiritual cotidiana.





viernes, 7 de septiembre de 2012

PLATAFORMA 2016


Plataforma 2016
Miguel Grinberg


Desde la restauración democrática de 1983, nuestros gobernantes no han logrado articular una visión nacional y federal plantada por encima de las coyunturas económicas y políticas que durante el último siglo han lacerado a la Argentina y que han trabado el despliegue de medidas estructurales de construcción histórica. En nuestro país, sigue siendo dificultoso consolidar una reflexión ideológica tolerante y generadora de situaciones originales que nos proyecten sin trabas hacia el futuro.

Un episodio particular lo expresa la ley 23.512 sancionada el 27 de mayo de 1987 por el Congreso de la Nación (nunca fue derogada, aunque el presidente Carlos Menem anuló los decretos 527/86 y 1156/87 que la inspiraron y disolvió la Comisión Nacional formada para el llamado Proyecto Patagonia) que declaraba como nueva Capital Federal a los enclaves urbanos erigidos y por erigirse en el futuro en el área de las ciudades patagónicas de Viedma, Carmen de Patagones y Guardia Mitre. Como todos sabemos, esa iniciativa del presidente Raúl Alfonsín quedó atascada en el vaivén de las serias crisis surgidas durante su gestión, algunas de las cuales siguen agobiándonos en estos días con cuadros de pobreza aguda, concentración económica, hacinamiento metropolitano y canibalismo partidista.

La masiva concentración poblacional argentina en la actual Capital Federal y el conurbano bonaerense (paralela a un despoblamiento rural general), es acompañada por la saturación urbana e industrial del eje Rosario-La Plata. Se trata de un desarrollo anómalo, surgido más del amontonamiento azaroso que de la planificación racional. Con infinidad de situaciones de gran vulnerabilidad humana (asentamientos precarios) y destrucción ambiental.

En la Wikipedia de Internet se lee que muchos intelectuales y políticos sostienen que el fracaso del proyecto no se debió principalmente a la crisis económica, como se argumenta generalmente para justificar su cancelación, sino “por la enorme presión de los medios de comunicación porteños y de los sectores ligados a los intereses políticos y económicos de la ciudad de Buenos Aires”. Añade que en un primer momento los medios de comunicación aceptaron y apoyaron el traslado, pero al cabo de un tiempo se alinearon con los sectores opositores del mismo, quienes lo tildaban de "costosísimo", "faraónico" e "innecesario" y sostenían que “el traslado de la Capital traería más perjuicios que beneficios al país”.

En una entrevista publicada por el diario Río Negro en enero del 2000, el historiador Félix Luna manifestó que “la mudanza de la Capital a Viedma era una necesidad. Pero creo también que Alfonsín presentó muy mal la idea: se apresuró, la presentó demasiado sorpresivamente y entonces no prendió en la sociedad, ni siquiera en la UCR. Sin embargo, sigo creyendo que es necesario sacar la Capital de Buenos Aires… Se necesita un lugar donde se haga política y administración y nada más, donde los dirigentes del interior no queden atrapados por las atracciones de la gran ciudad, como sucede en Buenos Aires. Es indudable que a algún lado hay que llevarla, no sé si a la Patagonia o algún otro sitio, pero desde aquí no se puede seguir gobernando”. Muchos no comparten la ideología de Luna, pero su apreciación pone netamente en foco el nudo del dilema.


La cuestión es más compleja si se toma en cuenta que la mentada autonomía de la Ciudad de Buenos Aires no será absoluta mientras siga siendo el asiento del gobierno nacional. Existe al respecto otro proyecto controversial para consolidarla, que propone la provincialización del actual territorio porteño, sumado al de una decena de municipios del Gran Buenos Aires.

Obviamente, a medida que nos aproximamos al bicentenario de la Declaración de la Independencia, el año 2016 podría funcionar como inspiración colectiva para refundar la Argentina con vocación de suma y no de resta. En un plano de celebración generacional despojada de fanatismos y prejuicios. Descentralizando una urbe desmesurada que el pensador Ezequiel Martínez Estrada bautizó como “la cabeza de Goliat”.

Esto no agota las controversias referidas a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Está pendiente la necesidad de revisar la ordenanza 49.669 que a espaldas de la ciudadanía porteña instauró como bandera oficial en septiembre de 1995 el estandarte de conquista traído de España por el fundador Juan de Garay en 1580. Es izada todos los días junto al Obelisco en la Plaza de la República. Integran el escudo un águila negra con su corona en la cabeza, cuatro hijos por debajo y una cruz colorada sangrienta [de la orden militar hispana de Calatrava] que sale de su mano derecha. Anclada en el pasado, como si no estuviéramos ya en el siglo XXI.





Decrecer con equidad


Nuevo paradigma civilizatorio

Autor/es: 

ISBN: 978-987-1599-67-7 / pp.192 / 2011 / 16 x 23 cm
El economicismo liberal ha logrado hacernos creer que a más bienes y artefactos, mayor desarrollo y mayor bienestar. Sin embargo, el diagnóstico es unánime: hemos desatado procesos de destrucción ambiental irreversibles. La inequidad social llegó a niveles sin precedentes mientras el planeta y todo lo que hay en él han adoptado un comportamiento inestable, típico de los sistemas cercanos al quebranto.
También es cierto que mientras el derrumbe de la civilización materialista se acelera, otros procesos sutiles, pero de inconmensurable poder han comenzado. Una nueva actitud, la Conciencia Planetaria, se abre paso cada día, moldeando nuevas formas de organización humana.
El hecho es que nos aproximamos a un punto de inflexión, a una situación doble de colapso y advenimiento. Para superar tan inédito desafío, la humanidad deberá situarse, como sugería Einstein, fuera de los esquemas de pensamiento que crearon el problema. Se trata así de repensar los procesos de desenvolvimiento humano desde una perspectiva radicalmente diferente.
Decrecer con equidad recoge el pensamiento de cinco autores con una vasta trayectoria que comparten la convicción de que el conocimiento académico no puede disociarse de una acción comprometida al servicio de la humanidad y en armonía con la naturaleza. Identificando con claridad los diversos aspectos de la problemática ambiental, social y espiritual contemporánea, se atreven a proponer pautas orientadoras para un profundo cambio civilizatorio.

Sumario
Fomentando un Cambio en el Mundo Contemporáneo
Ervin Laszlo
Los Estragos Ecológicos de la Globalización
Ezequiel Ander Egg
Un Futuro Inconcebible
Antonio Elizalde
La Hora del Sur. Tiempo de Refundación
Miguel Grinberg
La Gran Travesía de la Humanidad
Lucio Capalbo